8.26.2011

Vamos a dar una vuelta.

Una cámara y una pequeña bicicleta y se fue a dar una vuelta, por un camino largo, de los que no tienen destinos, en los que nada está claro, Samanta tan sólo tenia 19 años de edad, una edad madura, dicen muchos, pero para explorar, una edad muy joven, inocente e influenciable, así que Samanta iba por el mundo conociendo, tal vez todo lo que anhelaba, pero también lo que no.

Bajo la luna llena, acompañada por su bicicleta, iluminada por su cámara, ella recorría cada montaña, cada paisaje, cada cascada, encontrando el placer en lo más sencillo, para Samanta la palabra imperfecto sólo era una mentira, cuando podía tocar a dos manos el cielo, respirar su propio aire, abrir sus brazos y ante cualquier viento sentir el vuelo de libertad, cualquier sinónimo de imposible, es como Dios, dicen que existe, pero ni lo vemos ni lo sentimos.

A Samanta le gustaba capturar en momentos eternos, aquellas imágenes que nunca se borran del alma, para grabarlas en otras almas, sí, no es lo mismo, la mejor cámara es el ojo y la mejor memoria es la humana.
Samanta siempre decía: -¡Hay viajes que es mejor hacerlos solos, pero hay soledades que es mejor viajar, para darles un fin!.

Tantos son los paisajes, tantos los mundos, cada lugar es un nuevo mundo, por cada secreto que esconde, por cada rincón que lo compone, Samanta sólo se pudo quedar sin palabras y entre tantas personas allí presentes, muchas voces escucho, su corazón palpito y descubrió que sólo hay una cosa por la que valemos y es por todo lo que somos capaces de hacer.

La bicicleta, la cámara. la noche, la luna, los paisajes, las personas, el mundo...Los años pasan y la vuelta de la vida no tiene meta más alguna que vivir y ser feliz.




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