11.25.2012

A las 5 am suena la ambulancia

5 am, de nuevo ese sonido me despierta, es algo inclemente que la alarma encargada de indicar el comienzo de un nuevo día sea el sonido encargado de trasladar tragedias la mayoría de veces; sí, mi alarma es la sirena de una ambulancia, me perturba retomar la vida cada mañana pensando que otra se va o está a punto de irse. 

Cuando los días son grises y prolongados deseo que ese sonido me llevara a mí, no entiendo cómo me dejo consumir por el miedo de una manera tan sutil, correr riesgos es algo que me altera, pero no es sólo esa sensación de perder en el intento, también es la soledad, soy aquel a el que puedes encontrar triste cada fin de mes, el que se aparta cuando se deja consumir por las situaciones complejas de la vida, me aparto porque no tolero depender de alguien que más adelante no pueda estar, porque no sé odiar por encima de las cosas buenas, no quisiera odiar jamás a las voces que alguna vez me hicieron sonreír ante las adversidades. Así soy yo, de esos que después de un pésimo día se deja caer en su cama lleno de esperanzas y sueños por cumplir al día siguiente, soy un poco triste pero más feliz que los demás.   


Es una costumbre levantarme y observar el mundo como primer acción del día, ver las luces de la ciudad, las luces azules y rojas palpitando a través de su macabro sonido, e imaginar cada historia, cada camino, cada suceso, cada sonrisa, cada llanto, detrás de su protagonista, luego me gusta tomar café... Alguna vez llegué a imaginar que detrás de un viejo se escondía el abandono de sus hijos, o que quizás no los había tenido, falta de auxilio, perdida de todo, sentimiento atroz de desespero, hambre y dolor, sentimientos de muerte, esa vez pensé ¡vaya!, la vida es un lujo para algunos de nosotros, a pesar de mi todo, no quiero llegar a viejo solo. 
Mi taza de café tiene una hora sagrada, es la hora de pensar, asimilar y proponerme cosas nuevas, mi principal idea es no dejarme ganar de mis limites, pero cuando los rompo he llegado a vivir lo mejor de mi vida...

Trabajar es el paso siguiente a la taza de café, mi trabajo consiste en devolverle una sonrisa a los que la borran de su rostro y no por gusto si no por situaciones de fuerza no voluntaria; no soy payaso, bueno soy el payaso de mis malos ratos, pero en realidad soy un actor y a través de mis obras cautivo el interés de quienes ya no sienten interés por la vida propia... El enfermo, el mendigo, el solitario, todos son mi público, no lo hago por el dinero, lo hago por darle sentido al mundo, a mundos propios en este caso. Hoy por ejemplo debo ir a un hospital, si algo amo en la vida es trabajar con niños, en sus ojos veo sólo esperanzas de vida, ellos no tienen tiempo para pensar en la muerte o en lo que venga, sólo tienen tiempo para el hoy, para la vida...
Al concluir mi trabajo risas van, risas vienen acompañadas de aplausos, pero no es esa la mejor paga a mi trabajo, son sus abrazos, sus sonrisas y la forma en que me dicen: " vení, jugá un rato con nosotros", es un deseo jugar horas con ellos, algo que me agota pero me mantiene más vivo que el resto de mis días, tal vez por eso los jueves son mis días favoritos, en realidad los únicos que me gustan... Termino agotado, ahora voy a casa.




Ya es tarde y ahora camino a casa, bueno el camino es solitario, pero hoy por primera vez no, veo a una mujer parada sobre un tabla de un viejo edificio, la tabla es suficientemente gruesa para aguantarla a ella, inmediatamente me detengo y por ende le  pregunto:
-¡Hey vos! ¿Qué hacés allá arriba?
-A vos no te importa, vos no sos nadie y por más que me digás no podrás evitar lo que pasará.
-Bueno, pero yo no sé qué es lo que vas a hacer, así que no puedo intentar detenerte... en todo caso me voy a sentar en este lugar a verlo, me gusta ser un buen espectador. 
-Pero, ¿Sos idiota o qué, no ves que quiero matarme?
Me encuentro en un situación poco agradable, por supuesto no quiero ser espectador de algo así, pero no sé tampoco me gustaría dejar ir a una persona así, menos a una mujer, menos si es hermosa.
-Si soy un idiota, no es fácil ir por la calle y adivinar que una chica parada en una tabla de un edificio planea matarse.
-Al menos te hacés una idea pendejo, lárgate, vamos...
-No lo haré, quiero verlo pero antes de verlo quisiera saber por qué... 
-Eso a vos no te importa, en serio vete.
-Convenceme de dejarte matar, no me perdonaría saber que daré media vuelta y la mujer más bella que he visto en mi vida, estará muerta y no hice nada.
Puedo ver una leve sonrisa en su rostro, luego pone otra vez su cara amarga. Me responde.
-Gracias pero esas palabras no logran nada, en serio vete de una vez déjame, quiero morir en paz.
-Bueno está bien, hasta que no me digas no me voy, supongo que al menos me podés decir tu nombre.
-Pero que insistente sos, me llamo Lucía, sé que te vas a cansar y te irás, sí no lo hacés entonces te dormirás, y lo haré. ¿Vos cómo te llamas?
-Me llamo Fabio, hazlo cuando me duerma, aunque te advierto que será difícil, prefiero cambiar mi rutina por verte a vos.
-¿A qué te refieres?
-No es agradable despertarte con los sonidos de una ambulancia todos los días y dejarte llevar de muchos pensamientos.
-Supongo Fabio, tiene más morbo ver como alguien se mata y no como alguien muerto va en un carrito de esos.
-¡No!, pero que mujer sos, para nada, sólo pretendo ayudar, ya te lo dije, ¿a qué te dedicás?
-Soy profesora... No sé por qué te respondo todo, quiero que te vayas, si me querés ayudar lárgate de una vez.
-Profesora... que interesante, no me iré ya te lo dije si querés baja y hazlo en otro lugar, pero yo de acá no me muevo, bonita.
-Vos sos un arrogante, ¿acaso no entendés que la gente tiene problemas y quiere escapar, liberarse, acabar ese sufrimiento? 
-Lo entiendo trabajo con personas así todos los días, pero yo me encargo de aliviarles los males un poco.
-¿Qué sos un dios o qué?
-No Lucía, soy un simple actor.
Se queda callada y bueno pasan algunos minutos.
"Hubo un tiempo que fue hermoso y fui libre de verdad..."
Lucía empezó a cantar, me sorprende, no sólo la canción porque me gusta si no porque rompe el silencio de manera sutil, esperando que yo, la voz que esta noche no la hace sentir sola le responda.
"Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal..."
Ella me mira sorprendida y me sonríe  por primera vez deja a un lado su cara de tragedia, es realmente hermosa, su cabello está despeinado, lo toma y empieza a reír...
-Sabés, la semana pasada mis viejos perdieron la vida en un accidente, no tengo a nadie más y aunque no tengo problemas económicos, no me sirve de nada la plata, la soledad me culmina y tengo una enfermedad que avanza lentamente...

Estoy sorprendido, creo que tengo cara de idiota, hoy más que siempre.

-No imagine que fueran las razones para estar allá arriba, lamento lo de tus padres, si decidís hacer lo que estás planeando, al menos permitime servirte de amigo esta noche, mujer.
-Quisiera tener más fuerzas, seguir luchando por mis viejos, pero no lo logro cada día es peor... sólo pretendo que todo cambie, sé que nada cambiará de la noche a la mañana, y tampoco lo hará solo, deseo olvidar todo esto para siempre, por eso estoy acá porque creo que es la única salida, aunque sea escapar de una manera cobarde, son muchas dudas las que rodean mi cabeza cuando quiero hacerlo.
-Bueno Lucía, vos sabés que esos recuerdos estarán contigo siempre unos días van a dolerte más que otros, pero ellos estarán ahí.
-Hoy después de lo que ha pasado gracias a vos volví a reír, Fabio de verdad debes ser muy bueno en tu trabajo.
Si ya tenia cara de idiota ella logró con ese comentario hacerme sentir sensaciones inexplicables.
-Hago lo que mejor puedo, ven bajá de allá, quiero ver tu hermoso rostro más cerca.
-Mirá, has logrado lo que querías...

Está bajando, nunca antes había sentido tantos nervios, entonces llega a mí y la miro, no es hermosa, es más que eso y tengo toda su atención, lo primero que se me ocurre es estirarle la mano, me gustaría saber qué carajos estoy haciendo, ella me da su mano y quedo inmovil, no sé que hacer, siento como si un niño estuviera a mi alrededor fastidiandome  por mi cara de pendejo...

-Acá me tenés.
-Lo sé. Le digo.
¿Lo sé?, no pude haber dicho algo más estúpido, pero sigue sonriendo en realidad quisiera cambiar todas mis mañanas por ver ese rostro... Lucía me abraza, respondo a su abrazo, tengo nervios, yo soy un hombre de pocos amores, de pocas mujeres y no soy un homosexual, ni tengo problemas con eso, simplemente no me dejo llevar por mis deseos de placer; la sensación que tengo gracias a ella me hace sentir feliz.

-Yo sólo suelo abrazar a mi almohada.
Lucía vuelve a reir.
-Ya ves Fabio, te lo dije lograste lo que querías, hoy siento ganas de conocer un poco más, siento que me podés ayudar y quiero que por esta noche, me permitas olvidar de muchas cosas.
-Entonces acompáñame.

La llevo de gancho, en realidad se siente bien ir acompañado de una mujer así, de una mujer que llena de problemas te sonríe o mejor sonríe gracias a vos.

"Te encontraré una mañana dentro de mi habitación..."
Vuelvo a cantar ella me mira y sonríe, por supuesto me responde
"Y prepararás la cama para dos..."

Este es entonces el sentido de mi vida, la razón por la que me levanto y me acuesto, la razón por la que río y lloro, porque soy aquel que algunas veces impide que alguien más tenga que hacer el viaje más largo de su vida, o el viaje sin regreso, en eso consiste mi trabajo.
Acá me encuentro en mi casa junto a Lucía contemplándola, escuchándola... me levanto un momento por un trago, y entonces le hecho un vistazo al reloj, son las 6 am hoy por primera vez ninguna ambulancia sonó. 



No hay comentarios: